“HENRI. Cuidado, cuidado he dicho… Si me cansas demasiado me despertaré… y desaparecerán todos… (A Marguerite.) Tú también desaparecerás… (Silencio. La escena se inmoviliza.) / Y tal vez / no sea tan sólo un sueño; / tal vez, realmente, / haya enloquecido / y tal vez ni siquiera esté aquí en pie, entre ustedes, sino que tal vez estoy en un hospital cualquiera y allí, enfebrecido, tengo pesadillas y me parece estar entre ustedes. ¿Quién sabe lo que haya podido ocurrirme? / Quizás mi cerebro ha sido trastornado por una bala / o por una explosión / o tal vez haya sido capturado y torturado, y tal vez / me he lanzado sobre algo, o algo se ha lanzado sobre mí / y quizás todo provenga del aburrimiento… y yo no podía más / Y quizás me han dado una orden, me han mandado, me han obligado a hacer algo que no he podido soportar. No, no se trata de algo que no pueda ocurrirme: todo es posible, e incluso más que todo. Pero supongamos que no me encuentro en el hospital y que nada anormal me ha ocurrido… ¿Qué locuras he podido dejar de hacer a estas alturas? / Ah… / Incluso si hubiese sido el más saludable… el más / sabio…, el más equilibrado. / Los otros me hubiesen obligado, sin embargo, / a acometer actos terribles…, asesinos y también / dementes, estúpidos, desenfrenados… / Pero se plantea otra cuestión: si alguien actúa durante años como un loco, ¿no es un loco de verdad? ¿De qué me sirve la salud si mis actos están enfermos?... / Pero quienes me han obligado a cometer esas locuras, / Jeannot, estaban igualmente sanos. / Y eran sabios / y equilibrados… Amigos, camaradas, hermanos tanta /salud /¿para tan enfermo comportamiento? Tanta sabiduría ¿para tanta deshumanización? / Y de que sirve que cada uno, en privado, sea completamente lúcido, sabio y equilibrado, si todos juntos no somos más que un loco gigantesco que con / furia / rueda, aúlla, ataca, se retuerce, se precipita / con los ojos vendados. / Nuestra locura está fuera de nosotros, en el exterior. / Donde acaba mi yo empieza / mi desvergüenza. Y a pesar de estar tranquilamente / en mi interior. / Sin embargo voy errante por el exterior / y en los espacios oscuros y salvajes, / me entrego al infinito…
CANCILLER. ¡Es una marcha fúnebre!
HENRI. ¡Sí, es una fúnebre marcha! /Han recobrado la palabra. He recobrado la palabra, / y ese dedo apunta hacia aquí, en el mismo centro, / como / un dedo de loco. / Me hablo a mí mismo y en la soledad me agito / como un loco…
BORRACHO. ¡Loco!
DIGNATARIOS TRAIDORES. ¡Loco! (Se lanzan sobre Henri.)
HENRI. ¡Deténganse! ¡Estoy aquí por orden del Rey!
BORRACHO. El Rey está loco.”
el matrimonio
witold gombrowicz
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