jueves, agosto 10, 2006

fly (toma 14)


fly

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Todos los demás se habían ido. Yo la miré y ella me miró y yo dije ya tú sabes qué. Y ella sonrió con gesto cómplice y me sacó la lengua: joven su lengua, rosada su lengua. Yo la abracé y ella me recitó al oído una de sus poesías y yo le dije Es bonita tu poesía y de repente suddenly ya no estuvimos solos porque todos volvieron en ese momento con banderitas y consignas y nos rodearon como el agua en un funeral. Nos tuvimos que parar y enarbolar banderitas y gritar consignas y hacía frío porque recién había llegado el invierno y una mosca vino y se posó sobre mi hombro y yo la espanté con la banderita le grité una consigna a la mosca y me quedé pensando Oh, solo Dios sabe cuando volveremos a quedarnos solos otra vez. Y agitaba mi banderita y gritaba mis consignas y pensaba todo el tiempo Oh Dios Oh Dios Oh

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Ella miró por encima del hombro y me dijo algo. ¿Ah, sí?, le dije. Vino la mosca y se posó sobre su hombro y yo recordé esa canción de U2 like a fly on the wall, y entonces ella me dijo ¿Qué has dicho? Y me di cuenta que había estado pensando en voz alta y le dije Nothing. ¿Por qué hablas en inglés?, me preguntó y yo entonces me di cuenta de que había olvidado todo mi conocimiento de la lengua española. No podía articular palabra alguna en español. Solo podía hablar en inglés. ¿Por qué?, preguntaba ella y yo solo le podía decir I don´t know una y otra vez y la verdad es que no lo sabía.

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Volábamos sobre el parque. Cada vez más y más alto. La ciudad se convirtió en un punto diminuto a nuestros pies. Las casas las calles las plazas llenas de gentes agitando banderitas gritando consignas, y nosotros les gritamos poemas, nos sentíamos poetas ella y yo. Volábamos y nos sentíamos poetas. La ciudad a nuestros pies y también nos sentíamos dioses. O aves. O moscas. Y, hablando de eso, una mosca vino a posarse en mi hombro y yo pensé que raro una mosca aquí arriba tan alto. También había comenzado el invierno; razón de más para extrañarse. Pero volábamos. Nos sentíamos libres, ella y yo. Poetas, ella y yo. Dioses.

Ella y yo nos habíamos quedado solos.
Pero nos rodeó el enjambre a pesar del frío y nos rodeó la gente y las banderitas y las consignas y ya no estuvimos solos
ya no más.

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