jueves, septiembre 06, 2007

Italo Calvino, La aventura de un fotógrafo & Milan Kundera, La ignorancia


–Porque una vez que has comenzado –predicaba–, no hay razón alguna para detenerse. El paso entre la realidad que ha de ser fotografiada porque nos parece bella y la realidad que nos parece bella porque ha sido fotografiada, es brevísimo. Si fotografías a Pierluca mientras levanta un castillo de arena, no hay razón para no fotografiarlo mientras llora porque el castillo se ha desmoronado, y después mientras la niñera lo consuela mostrándole una concha en medio de la arena. Basta empezar a decir de algo: “¡Ah, que bonito, habría que fotografiarlo!” y ya estás en el terreno de quien piensa que todo lo que no se fotografía se pierde, es como si no hubiera existido, y por lo tanto para vivir verdaderamente hay que fotografiar todo lo que se pueda, y para fotografiarlo todo es preciso: o bien vivir de la manera más fotografiable posible, o bien considerar fotografiable cada momento de la propia vida. La primera vía lleva a la estupidez, la segunda a la locura.

Italo Calvino
La aventura de un fotógrafo



Esperaba oírle algún comentario sarcástico sobre el capitalismo mundial que lo uniformiza todo en el planeta, pero N. calla.
–El imperio soviético se derrumbó porque ya no podía tener bajo control naciones que querían ser soberanas. Pero esas naciones son ahora menos soberanas que nunca. No pueden elegir ni su economía, ni su política exterior, ni siquiera los slogans publicitarios.
–La soberanía nacional es desde hace mucho tiempo una ilusión –dijo N.
–Pero, si un país no es independiente y ni siquiera quiere serlo, ¿habrá todavía alguien dispuesto a morir por él?
–No quiero que mis hijos estén dispuestos a morir.
–Lo diré de otra manera: ¿habrá alguien que aún ame a este país?


Milan Kundera
La ignorancia

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La suerte de una literatura depende de la forma en que es leída.
juan villoro
El Quijote, una lectura fronteriza
[1]


Arremeter no contra la institución de la literatura con mayúsculas, sino contra la literatura como institución. Ambas cosas, aunque terminan por coincidir en algún punto, se diferencian en la calidad del impulso. Mientras la primera funda esa suerte de contraliteratura, a la larga tan inútil como un mal juego de espejos, la segunda pretende un movimiento más sutil, minoritario, que afecta solamente al gesto del escritor a quien llamaríamos, en tal contexto, el escribiente. En estos días la frase "si quieres cambiar el mundo empieza por cambiarte a ti mismo" se repite en internet en espacios tan sui géneris como la bitácora o blogosfera. El blog, así como la misma internet, apuntan hacia una política de lo personal, y aquel que se atreva a acotar aseveraciones tales como "la poca efectividad política de la desintegración" y frases parecidas, debe tener en cuenta una visión más actual de la historia, la visión que comienza y termina contemplando la factibilidad del actor social, porque lee el cuerpo social desde la complejidad y la fractalidad más que desde la pirámide. Y ningún gesto es subestimable.


Partir desde lo personal pues no se pretende atentar más que contra sí mismo. Urdir un trazado de lecturas que hablen de aquello a lo cual se tiende como ente escribiente y viviente, porque se no aspira más que a transformarse a sí mismo en el trayecto. Al respecto, cabe una cita de Carlos Aguilera: dio al traste con un imaginario que entendía lo literario como una pedagogía-de-lo-civil (aunque quizá esto fue lo mejor que le sucediera), sino, con una mentalidad donde el saber iba a ser algo más que el propio hecho de escribir libros, repensarlos..., y la vida, más que el caos o el desastre acostumbrado, una suerte de novelón burgués, folletín.


Aguilera, citando a Bataille, diciendo que algunos regímenes políticos buscan eliminar la enfermedad que es en sí mismo el ser humano, esa fecalidad que lo hace escribir, hablar, moverse... Hacer énfasis en la enfermedad y, desechando cualquier forma de "cura", trabajar sobre los movimientos imperceptibles. Aprovechando la tensión que da el mostrar del arte y cierta literatura más que la enunciación de certezas o el intento de lograr respuestas.


Simulacro. El decir no solo en lo que se dice, sino también en lo que se calla (la literatura una suerte de partitura del pensamiento donde el arte no es la de escupir palabras al papel, sino el de encontrar la combinación más certera de silencios): leer también entre líneas e incluso entre letras, como Andrés Ajens.



[1] Referencias a artículos de villoro, ajens, y aguilera son de okupas, 7mo LP de 33 y 1/3.