jueves, agosto 10, 2006

No. 3 album doble: toma 14


toma #

(toma lo que puedas)

fly

6” e.p.) elenavmolina

¿qué es un lector?) ricardopiglia

un mensaje para silvia) ahmelechevarría

poemas de fogonero emergente) jorgealbertoaguiardíaz

una lata de gusanos) davidsedaris

glamourama / intento de cocinar y comer a una chica / el año de ser odiado)breteastonellis

oídos frescos) albertofuguet

derek

no cometerás adulterio) yordankaalmaguer

six) jimmorrison

stanislaw lem, muerto) yaniasuárez

guitar shop


No. 3 album doble: toma 3


siluetas

(seguridad de sombras)

fly

lógicamente, la tapa de mi caja privada) hanzmagnusenzensberger

la isla) ricardopiglia

el mito del escritor fronterizo) heribertoyépez

foukaka crew / ultrapop) rafasaavedra

santificarás las fiestas) yordankaalmaguer

informe ellis: el lado oscuro de la mtv / el escritor que te encanta odiar / vintage

héjira) davidsedaris

el insomnio del Censor) ahmelechevarría

no quiero ser una chica ahmelóvar) orlandoL

poemas de fogonero emergente) jorgealbertoaguiardíaz

el pasado que será) juanvilloro

copia de seguridad) jorgeenriquelage

guitar shop

fly (toma 14)


fly

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Todos los demás se habían ido. Yo la miré y ella me miró y yo dije ya tú sabes qué. Y ella sonrió con gesto cómplice y me sacó la lengua: joven su lengua, rosada su lengua. Yo la abracé y ella me recitó al oído una de sus poesías y yo le dije Es bonita tu poesía y de repente suddenly ya no estuvimos solos porque todos volvieron en ese momento con banderitas y consignas y nos rodearon como el agua en un funeral. Nos tuvimos que parar y enarbolar banderitas y gritar consignas y hacía frío porque recién había llegado el invierno y una mosca vino y se posó sobre mi hombro y yo la espanté con la banderita le grité una consigna a la mosca y me quedé pensando Oh, solo Dios sabe cuando volveremos a quedarnos solos otra vez. Y agitaba mi banderita y gritaba mis consignas y pensaba todo el tiempo Oh Dios Oh Dios Oh

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Ella miró por encima del hombro y me dijo algo. ¿Ah, sí?, le dije. Vino la mosca y se posó sobre su hombro y yo recordé esa canción de U2 like a fly on the wall, y entonces ella me dijo ¿Qué has dicho? Y me di cuenta que había estado pensando en voz alta y le dije Nothing. ¿Por qué hablas en inglés?, me preguntó y yo entonces me di cuenta de que había olvidado todo mi conocimiento de la lengua española. No podía articular palabra alguna en español. Solo podía hablar en inglés. ¿Por qué?, preguntaba ella y yo solo le podía decir I don´t know una y otra vez y la verdad es que no lo sabía.

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Volábamos sobre el parque. Cada vez más y más alto. La ciudad se convirtió en un punto diminuto a nuestros pies. Las casas las calles las plazas llenas de gentes agitando banderitas gritando consignas, y nosotros les gritamos poemas, nos sentíamos poetas ella y yo. Volábamos y nos sentíamos poetas. La ciudad a nuestros pies y también nos sentíamos dioses. O aves. O moscas. Y, hablando de eso, una mosca vino a posarse en mi hombro y yo pensé que raro una mosca aquí arriba tan alto. También había comenzado el invierno; razón de más para extrañarse. Pero volábamos. Nos sentíamos libres, ella y yo. Poetas, ella y yo. Dioses.

Ella y yo nos habíamos quedado solos.
Pero nos rodeó el enjambre a pesar del frío y nos rodeó la gente y las banderitas y las consignas y ya no estuvimos solos
ya no más.

fly (toma 3)


fly

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Pero no como la vez pasada en la ciudad-completamente-vacía. No. Pero nos habíamos quedado solos. Mira el vino que he comprado, le dije y ella me miró, me dio las gracias, y habló un poco sobre cine. No quiero saber de eso, le dije. Bien, asintió ella, y nos quedamos en silencio. ¿Qué haces?, pregunté, por decir algo (para llenar esos gigantescos huecos conversacionales), ¿Qué haces en tu tiempo libre? Compongo, dijo ella. ¿Compones? Resultó que escribía poemas. Todo el tiempo. Solo podía pensar en poemas. Ahora mismo estoy pensando en uno, dijo. Recítamelo, le pedí. Ella dijo que no. Le daba pena. No hay nadie aquí, le dije, No tiene por que darte pena. El invierno acababa de empezar y la temperatura había bajado. No mucho, pero sí algo. Lo suficiente como para que ella pudiera pedirme que la abrazara, pero no. En vez de eso, hablábamos de poemas. Me da pena, dijo ella. una mosca se posó entonces sobre su hombro. Me asombró ver una mosca en pleno invierno. Se lo dije. Apuesto que podrías escribir un poema sobre esa mosca, dije, ¿no es verdad? No lo sé, dijo ella. Puede que sí, pero también puede que no.

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Nos rodeaban las moscas y yo me dije que raro, porque comenzaba el invierno y entonces me dije Quizás sean mis pasiones turbias por esta mujer, por esta chica. Mis malos deseos de abrazarla, de besarla, representados, hechos realidad por este enjambre infernal de malditas moscas. No había frío, pero había moscas. Estábamos literalmente rodeados por un ejército de pequeños insectos voladores. Ella y yo, mirándonos, entre el zumbido de todas aquellas moscas, en silencio. No podíamos decirnos nada. No podíamos hablar. No obstante, no nos atrevíamos a irnos. Estábamos solos. Quien sabía por cuanto tiempo. Hasta cuando podríamos estar allí. Irnos. Pero no nos atrevíamos. Se hacía tarde, nos rodeaban las moscas, se agotaban las posibilidades, y yo quería abrazarla, pero no sabía como. Pensé en la posibilidad de pedirle que me recitara un poema (sabía que ella los componía en secreto) pero no me atreví a hacerlo, con tanto insecto alrededor.

Ella y yo nos habíamos quedado solos. Había comenzado el invierno y ella solo podía hablar en inglés. Yo hablando en español y ella hablando inglés. ¿Por qué?, le pregunté y ella se encogió de hombros. I don´t know. Well, le dije, no importa. Y así estuvimos un rato en silencio. I write poetry, dijo ella y se estremeció, como si una ráfaga de aire frío la hubiera golpeado. Eso me recordó a Virgilio. No sabía que escribieras, le dije. Una mosca se posó sobre su hombro y a mi me asombró ver una mosca en pleno invierno. A fly, she said. Fly, pensé. Como volar, pensé. Podríamos volar, ella y yo. Podríamos impulsarnos a través de las nubes y volar. Sería increíble. Pero no tan increíble como ver una mosca en pleno invierno. Volando, ella y yo. Solos, ella y yo. Pero ella hablaba inglés y yo hablaba español y por eso no podíamos entendernos, ella y yo.

"Aquiles ha alcanzado a la Tortuga y se ha sentado cómodamente en su espalda" (toma 14)




Imagina un misil al que uno escucha acercarse solo después de que explota. ¡El reverso! Un pedazo de tiempo limpiamente borrado… Unos cuantos metros de película siendo corridos al revés… el estallido del cohete, caído más rápido que el sonido –entonces creciendo de eso el rugido de su propia caída, enlazándose con la ya presente muerte y quemaduras… un fantasma en el cielo…Pavlov estaba fascinado con las “ideas de lo opuesto.” Llámalo un grupo de células, en alguna parte de la corteza cerebral. Ayudando a distinguir placer del dolor, luz de oscuridad, dominación de sumisión… Pero cuando, de alguna manera –mátalas de hambre, traumatízalas, ponlas en shock, cástralas, envíalas a una de las de las fases transmarginales, más allá de sus fronteras de vigilia, más allá de fases “equivalentes” y “paradójicas”– debilitas esta idea de lo opuesto, y tienes aquí de una vez al paciente paranoico que sería el amo, pero se siente como un esclavo… que sería amado, pero sufriría la indiferencia del mundo, y “creo”, Pavlov escribiéndole a Janet, “que es precisamente la fase ultraparadójica la que es la base del debilitamiento de la idea de lo opuesto en nuestros pacientes.” Nuestros locos, nuestros paranoicos, maníacos, esquizoides, moralmente imbéciles–Spectro sacude su cabeza. “Estás poniendo la respuesta antes que el estímulo”.

arcoiris de gravedad
Thomas Pynchon


“De un tiempo a esta parte la literatura empieza a pensarse como problema. El escritor parece entender por fin que no hay redención ni locus sagrado, y la imago ya no es el solecito que alumbra la historia. La multiplicidad de la escritura es un hecho moderno que obliga al escritor a elegir, que hace de la forma una conducta y provoca una ética de la escritura. Acaso fuera oportuno hablar del concepto, pero no tiene sentido. Hay solo uso, cajita china, desvío…”

la zorra y el erizo
Carlos Alberto Aguilera y Pedro Marqués de Armas

"Pero si me pongo de espaldas al mar, sólo veo tierra; camino sin parar y el horizonte de la tierra se dilata hasta el infinito." (toma 3)



"Pero si me pongo de espaldas al mar, sólo veo tierra; camino sin parar y el horizonte de la tierra se dilata hasta el infinito. Un año, cinco años, diez años y sigo sin ver el mar. Y me digo: pero ¿qué le ha ocurrido al mar? Y me respondo: el mar está más allá, en los penetrales de la memoria. El mar es un mito. Nunca ha existido el mar. Y sin embargo sí ha existido. Puedo afirmarlo porque nací a orillas del mar. ¡Me he bañado en el agua del mar! Me dio de comer, me proporcionó paz, y sus distancias fabulosas alimentaron mis fantasías. No, Arturo, el mar no ha existido nunca. Tienes fantasías y deseos, pero sigues caminando por el desierto. Nunca volverás a ver el mar".

pregúntale al polvo
John Fante



”Ya está aquí el color del verano con sus tonos repentinos y terribles. Los cuerpos desesperados, en medio de la luz, buscando un consuelo. Los cuerpos que se exhiben, retuercen, anhelan y se extienden en medio de un verano sin límites ni esperanzas... ¿Y a quién le importa nuestro verano, ni nuestra prisión marina, ni este tiempo que a la vez nos excluye y nos fulmina? Fuera de este verano, ¿qué tenemos?... Vendrán los grandes aguaceros, y una desesperación sin tiempo seguirá germinando en todos nosotros. Vendrán nuevas oleadas de luz y de humedad y no habrá roca, portal o arbusto que no sea pasto de nuestra desolación y desamparo. Seremos ese montón de huesos abandonados pudriéndose al sol en un yerbazal. Un montón de huesos calcinados por el tedio y la certeza sin concesiones de que no hay escapatorias. Porque es imposible escapar al color del verano, porque ese color, esa tristeza, esa fuga petrificada, esa tragedia centelleante –ese reconocimiento– somos nosotros mismos. Oh, Señor, no permitas que me derrita lentamente en medio de veranos inacabables. Déjame ser sólo un destello de horror que no se repite. No permitas que el nuevo año, el nuevo verano (el mismo verano de siempre) prosiga en mí su deterioro, y otra vez me conmine a lanzarme a la luz, ridículo, arrugado, patético y empapado, buscando”.


el color del verano


Reinaldo Arenas